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domingo, 20 de febrero de 2011

Desconectar

- Hola - dijo con una voz un poco seca.
- Hola - respondió acompañando esta simple palabra con una cara agradable.
- ¿Te has enterado de algo ahora? Porque yo más bien de poco -y suspiró-.
- Yo de algo sí -dijo tras una risilla tonta-. Perdona tengo un poco de prisa. Hablamos luego.
- ¡Espera! -se sonrojó un poco al advertir que había levantado mucho la voz-. Quería preguntarte si tenías que hacer algo esta tarde, para quedar y dar una vuelta. Si te apetece vaya.
La chica se quedó casi petrificada, no se imaginaba que pudiera preguntarle eso. Se ruborizó. Como notó que estaba tardando demasiado en pensar se apresuró a decir con nerviosismo:
- Lo siento, estoy bastante liada. Me encantaría, de verdad. A ver si lo hablamos para la semana que viene, ¿vale? Venga, hasta luego -terminó esta frase mientras se giraba para salir con un poco de prisa-.
- Adiós.
Sus ojos, de un tono marrón claro, prácticamente como la miel, se quedaron clavados, mirando fijamente a la nada, solo visualizaba cientos de pensamientos que se aglomeraban en su cabeza. Agachó la cabeza y empezó a mover los ojos de forma involuntaria; lo hacía cuando pensaba con detenimiento. Ya no quedaba nadie más en la clase y el murmullo de la muchedumbre que ansiaba salir de allí se iba apagando. Aunque un chico andaba a contracorriente para ir a por lo que se había dejado atrás.
- Hoy haces noche en el instituto, ¿no?
- ¿Qué?-dijo una milésima de segundo antes de que se enterase realmente de la pregunta. Después sonrió débilmente-.
- Desde luego que cada día estás más empanado. Vámonos antes de que nos cierre el conserje surmanoh -dijo mientras señalaba con la cabeza la salida-.

- Bueno Robertito, ya hablamos esta tarde por Tuenti o algo. Bye.
- Hasta luego.
Roberto había conseguido evadirse de los pensamientos que zarandeaban su cabeza hasta que volvió a quedarse solo para andar el último trecho hacia su casa. El camino se le hizo más corto de lo normal, no le dio tiempo a pensar todo lo que hubiera querido antes de incorporarse de nuevo a un ambiente más ruidoso.
Llegó a casa. Saludos, un breve resumen de los más destacable del día, una comida rápidita para aislarse de nuevo y un correcto "ya he terminado, me voy a mi cuarto". Tras saludar a su hermano pequeño, que tenía montado un auténtico campo de batalla en su habitación, se metió en su reducido santuario: paredes llenas de postes de famosos, de esa gente con la que sueña ser cuando no se para a pensarlo mucho. Ahora para relajarse un poco puso el ordenador: Tuenti, Messenger, música y unos cascos. Desconectar del mundo era lo que más necesitaba: hablar sobre banalidades con los colegas, reírse, leer algún periódico, escuchar canciones con las que no pudiera evitar cantar, ver las últimas fotos de sus amigos... Simplemente ese momento en el que te da un poco bastante igual de todo, no miras la hora y estás a gusto con todo, pues nada te importa lo suficiente como para preocuparte, en ese momento ni se te pasa por la cabeza pensar en cosas serias. Ojalá esto fuese eterno.


El móvil sonó con tanta fuerza que se incorporó de golpe y tanteó la mesita lo más rápido que pudo para apagarlo. Debía espabilarse si no quería llegar tarde al partido. Desayunó algo no muy pesado pero que lo nutriese bien. De camino al pabellón se iba acordando de todo lo que había soñado. "Es de locos, ni siquiera tengo un hermano pequeño", pensó. Pero ahora no tenía tiempo de entretenerse en tonterías, tenía que mentalizarse en el partido, solo eso, salir a ganar.

1 comentario:

  1. me gusta! te sigo ;)
    pásate si quieres:

    http://summersofjoy.blogspot.com/

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